No solo se trata del inglés, también se trata de la persona…

Cuando se piensa en viajar al extranjero, generalmente el idioma o idiomas que se hablan en nuestro destino son lo primero que se nos viene a la cabeza. Esta primera reacción es de lo más natural a la vez que lógica, al fin y al cabo, el idioma determinará en gran medida nuestra experiencia para bien o para mal. 

Obviamente no podemos negar la importancia de desarrollar las distintas habilidades del idioma inglés. Son innumerables los lugares y situaciones donde nos puede proporcionar ventajas insospechadas o sacarnos de aprietos e imprevistos. Sin embargo, en Inglexperience creemos que se suele pasar por alto un beneficio esencial del viajar al extranjero, la mejora de la persona… 

Cuando nos exponemos a un entorno distinto al nuestro, con horarios, costumbres y conductas que poco se asemejan a las propias, desarrollamos necesariamente una serie de cualidades que nos ayudan a afrontar situaciones a las cuales no nos expondríamos. Algo tan simple como usar el transporte público en Inglaterra, requerirá de nuestra expresión oral y comprensión lectora, pero mucho más allá de esto, nos forzará a tomar la iniciativa, aprender nuevo vocabulario y familiarizarnos con un nuevo entorno como puede ser una frenética estación de tren londinense. 

King´s Cross Station in London 

El ejemplo anterior se queda pequeño en comparación a las connotaciones que tiene convivir con una familia de habla inglesa o aprender el idioma rodeado de nativos. Por nuestras experiencias anteriores podemos asegurar que los estudiantes se vuelven más independientes de cara a su futuro. Además, adquieren una seguridad no solo interactuando en inglés, sino que también moviéndose en entornos desconocidos para ellos. La lista de beneficios es interminable, pero para terminar este artículo vamos a utilizar una cita del escritor estadounidense Mark Twain.  

“El viajar es malo para el prejuicio, la intolerancia y la estrechez de mente”

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